Erase una vez, en una época muy remota, cuando solo los gases poblaban la tierra, los metales se solidificaron y dieron vida al cerro que vigila el valle de Caburgua. Se sabe por los lugareños que conversan en los atardeceres, que esa montaña en su juventud fue un volcán. Al correr los siglos, por falta de la energía que lo alimentaba en sus orígenes, se fue apagando. Los tordos y las liebres vocalizan en los amaneceres que el gran causante de su debilidad fue aquel diluvio, en que la tierra se ahogó por tanta agua caída, se sabe por las cuentas que llevan los árboles, los habitantes más sabios de la amada tierra que no cejó de llover durante 40 días y 40 noches.Persistentemente se escucha el trinar de los loros tricahues, dicen en su particular lenguanje que el cráter recibió tanta agua como una gota que es capaz de sumergir a una hormiga. También se oye comentar por las copas de las majestuosas araucarias, las cuales transmitieron eruditamente a sus descendientes, que fue como el depósito que salvó a ese páramo, fue tanta la proporción del cuerpo que se deslizó llegando hasta el corazón mismo de la tierra, el hierro, el oro, la plata y el cobre se enfriaron, esculpiendo a esa maciza estructura ondeante, dejándola como una mano que clama ser acariciada como la figura de un crisol. Con el correr del tiempo, este hoyo hidrográfico se convirtió en una laguna de aguas eternas de color verde azulado, sacándole todo su brillo a los metales primarios, como una pincelada de colores que hicieron a hurtadillas y jugueteando. Los habitantes de ese sector cordillerano, orgullosos y dichosos se jactan que ese es el lugar más bello de sus alrededores y otros confines conocidos e imaginados. Lejos de la destrucción del devorador más grande que ha existido, humus ocroó opio, éste permitió que allí haya brotado la vida a especies que solamente cohabitan alrededor del paraíso del volcán apagado. El viento diáfano y límpido permite que las ondas lenguajeantes que generan los delfines y de los fabulosos copihues fluyan en libertad entregando las nuevas noticias de sus hermanos de la vida. Un humus croó opios, caminaba distraído en el bosque de los alerces al otro lado de la montaña, y escucha cantar a una loica de pecho muy rojo como el carmesí, describiendo cada detalle y a todo habitante de aquel lugar. Se coloca sus hojotas traga leguas y leguas aventurándose a conocer aquel paraje encantado por la majestuosidad de su belleza, exultante de vegetación y armonía, chispeante de sonidos apaciguadores y bellísimos para quien tenga la suerte de situarse allí.
Viaja sorteando alegre y con bríos ríos y valles. Su interés era percibir una especie nunca antes vista por los ojos de los humus croó opios “el pez ampolleta”.
Ese mito de aquel lugar proporciona un relato de orlas mágicas, explican, aquél que vea saltar fuera del agua encantada de la laguna verde azulada a un pez ampolleta, en el instante en que los rayos de la una cabriolean al ritmo de sus rompientes y, recitan: si la mirada profunda de ojos tapatíos, es hábil de resistir sin extraviar la vista, se convertirá en un príncipe de la estela del mar. Y… si alguien es capaz y osado de retener desde las agallas de oro al pez, observará la metamorfosis del cómo se muda en una princesa encantada. El mito referido por los alerces, los pidenes, y los ancianos humus de la tribu, susurran en lo interno de la cueva, el paso del tiempo relata que todavía se divisa brincar al pez ampolleta sin poder deshacer el conjuro
un lugar, un oasis, donde la pluma del errante, con contenido y sentido,esculpiendo según diseño de su arquitectura, marcarán rumbos, solamente en aquellos que, en el ocio les permita creer en un mundo mejor
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lunes, 18 de agosto de 2008
reflexión contextual educación
Hace ya un tiempo que, se han levantados voces de ideólogos del sistema neoliberal, a defender a ultranza la libertad de enseñanza.
Los defensores de esta propuesta, han utilizados las mas variadas argumentaciones para justificar la subvención al privado.
Para sostener esta peculiaridad de la libertad de enseñanza, sostienen que, todo aquello que es abierto al público es considerado ámbito público, esta metáfora es para fundamentar que la educación privada propiamente tal, debe ser subvencionada por el Estado, han llegado incluso más lejos, a declarar que esta tesis es avalada por propio Aristóteles.
Lo que ellos han olvidado en su argumentación, que la escuela pública no es sólo genérica su concepción de público, sino que no tiene dueño en particular, en lo fundamental, que en esencia pertenece a la comunidad nacional. Y tiene por mandato jurídico estrechar las brechas de las asimetrías sociales, culturales y económicas.
La ideología del estado subsidiario, exprese en lo sustancial: el estado sólo se hace responsable y asume su rol protagónico en aquellas funciones de interés público, ocupando el espacio social que las empresas privadas no quiere o no pueden hacerse cargo. Luego, las empresas particulares, no asumen la educación de quienes no pueden pagar por ella.
El estado debe ser el asegurador de una educación de calidad para toda la sociedad. El tiene el deber ético, para generar políticas públicas para los que no puedan o no quieran pagarla, a tener acceso a una educación de calidad, y solo bajo esta condición existirá libertad de enseñanza.
Es por ello que, uno de los pilares de la reforma de la educación es la Equidad, este es un valor de connotación social. Se trata de la constante búsqueda de asegurar a todos las mismas oportunidades de aprendizajes.
Para terminar con la asimetría del capital cultural, la comunidad exige el derecho a la educación para todos, en calidad y cobertura, y, al mismo tiempo, este derecho a la educación sólo puede ser garantizado por el Estado, como entidad encargada de mediar y representar el interés general de la comunidad. Esto no implica, por cierto, que con ello no exista más la libertad de enseñanza o no pueda ejercerse.
Los defensores de esta propuesta, han utilizados las mas variadas argumentaciones para justificar la subvención al privado.
Para sostener esta peculiaridad de la libertad de enseñanza, sostienen que, todo aquello que es abierto al público es considerado ámbito público, esta metáfora es para fundamentar que la educación privada propiamente tal, debe ser subvencionada por el Estado, han llegado incluso más lejos, a declarar que esta tesis es avalada por propio Aristóteles.
Lo que ellos han olvidado en su argumentación, que la escuela pública no es sólo genérica su concepción de público, sino que no tiene dueño en particular, en lo fundamental, que en esencia pertenece a la comunidad nacional. Y tiene por mandato jurídico estrechar las brechas de las asimetrías sociales, culturales y económicas.
La ideología del estado subsidiario, exprese en lo sustancial: el estado sólo se hace responsable y asume su rol protagónico en aquellas funciones de interés público, ocupando el espacio social que las empresas privadas no quiere o no pueden hacerse cargo. Luego, las empresas particulares, no asumen la educación de quienes no pueden pagar por ella.
El estado debe ser el asegurador de una educación de calidad para toda la sociedad. El tiene el deber ético, para generar políticas públicas para los que no puedan o no quieran pagarla, a tener acceso a una educación de calidad, y solo bajo esta condición existirá libertad de enseñanza.
Es por ello que, uno de los pilares de la reforma de la educación es la Equidad, este es un valor de connotación social. Se trata de la constante búsqueda de asegurar a todos las mismas oportunidades de aprendizajes.
Para terminar con la asimetría del capital cultural, la comunidad exige el derecho a la educación para todos, en calidad y cobertura, y, al mismo tiempo, este derecho a la educación sólo puede ser garantizado por el Estado, como entidad encargada de mediar y representar el interés general de la comunidad. Esto no implica, por cierto, que con ello no exista más la libertad de enseñanza o no pueda ejercerse.
domingo, 17 de agosto de 2008
Viaje sin fin
Viaje solitario, presuroso en el auto, debo arribar a una reunión a Talca. Llueve de una forma desproporcionada, abatían mantos de aguacero, lluvia cerrada, estaba lóbrego y al mismo tiempo esto lo enlutaba más, además casi de noche. Un esfuerzo para ver el camino. Empecé a preocuparme, sentí algo en la parte de atrás del auto. Era como si la lluvia escurría adentro del auto. Paro cerca de una tenue luz del camino, solamente para verificar si se me quedo un vidrio de la puerta trasera abierta. Nada. Sigo. Apresuro en esa noche. Momento como de cuento de miedo. Tétrica, mi imaginación se eleva. Recuerdo de mi niñez. Me asusto sólo. El auto tambalea por los posozotes de agua. Casi pierdo la dirección en el puente Tinguiririca. Casi sin enfoque por la espesa lluvia, un esfuerzo sobre humano para estancar la mirada en el camino. De nuevo los ruidos en la butaca trasera. Dar una ojeada por el vidrio retrovisor y mi visión se encontró con otros ojos. Un miramiento despojado de emoción, ojos sin excitación. Y, algo en mi garganta, conjeturo garras afiladas muy frías. ¿Quién aprieta con fuerza mi manzana de Adán?
paciente inter consulta
Entra a la consulta el paciente mi colega clínico. Saludo ritual de las buenas tardes. En ningún tiempo en las últimas sesiones ha llegado atrasado. Pero esta vez específico se atraso. Especulo. Le presto atención, a su sonrisa, se ve tranquilo. Lo refleja su mirada diáfana. Se sienta con moderación de galápago. La pregunta de rigor: como se ha sentido en este tiempo, se ha tomado sus medicamentos. Me hace saber con una voz hueca y cristalina que esta cumpliendo con su parte de tratamiento. Y que le hizo llegar tarde. Me atrase, es su respuesta, por la simple razón, tuve problema en estacionar mi nave allá afuera. Al parecer, están realizando un paradero del Transantiago. Pero eso fue menor, lo que me atraso fue que, se me atasco el ropaje espacial en la ventanilla de salida. Tuve pánico soltarme con impulso. Procedí con ponderación para no descompensarme por el brusco cambio de gravedad.
cuentos concurso
Distraído…
Sentado con mi mujer en el metro, una voz identificable, menciona estación U de Chile. me bajo. Logro llegar a la Plaza de Armas . Observo y me percato que me olvide de mi mujer. Todavía espero.
Paciente ínter consulta
Ingresa a la consulta con atraso. Especulo. Le presto atención a su sonrisa, se ve tranquilo. Se sienta con moderación ¿Se ha tomado sus medicamentos?. Con una voz hueca balbucea. Me atrase, tuve problema en estacionar mi nave allá afuera. Están terminando un paradero del Transantiago. ¿Mi atraso?, se atasco su ropaje espacial en la ventanilla de salida. Tuvo pánico soltarse con impulso. Procede con ponderación para no descompensarme por el brusco cambio de gravedad.
Atleta
Ayer te divise en el andén de la estación de la U de Chile. Recordé tu juvenil estampa, cuando entrenábamos en la pista atlética. Desee acecharte con las mismas ansias del ayer. Ronde entre los pilares. Tus ojos se posaron en mi rostro. Sentí el rubor de antaño. Me di cuenta que hoy no podríamos reconocernos como antes. Tú ya no usas esas zapatillas de clavos de color fucsia que causaba revuelos cuando trotabas por la pista de cenizas. ¡. Quise devolverte la mirada y tratando sonreírte. Me acorde de mi boca desdentada.
Sentado con mi mujer en el metro, una voz identificable, menciona estación U de Chile. me bajo. Logro llegar a la Plaza de Armas . Observo y me percato que me olvide de mi mujer. Todavía espero.
Paciente ínter consulta
Ingresa a la consulta con atraso. Especulo. Le presto atención a su sonrisa, se ve tranquilo. Se sienta con moderación ¿Se ha tomado sus medicamentos?. Con una voz hueca balbucea. Me atrase, tuve problema en estacionar mi nave allá afuera. Están terminando un paradero del Transantiago. ¿Mi atraso?, se atasco su ropaje espacial en la ventanilla de salida. Tuvo pánico soltarse con impulso. Procede con ponderación para no descompensarme por el brusco cambio de gravedad.
Atleta
Ayer te divise en el andén de la estación de la U de Chile. Recordé tu juvenil estampa, cuando entrenábamos en la pista atlética. Desee acecharte con las mismas ansias del ayer. Ronde entre los pilares. Tus ojos se posaron en mi rostro. Sentí el rubor de antaño. Me di cuenta que hoy no podríamos reconocernos como antes. Tú ya no usas esas zapatillas de clavos de color fucsia que causaba revuelos cuando trotabas por la pista de cenizas. ¡. Quise devolverte la mirada y tratando sonreírte. Me acorde de mi boca desdentada.
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