un lugar, un oasis, donde la pluma del errante, con contenido y sentido,esculpiendo según diseño de su arquitectura, marcarán rumbos, solamente en aquellos que, en el ocio les permita creer en un mundo mejor
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domingo, 17 de agosto de 2008
Viaje sin fin
Viaje solitario, presuroso en el auto, debo arribar a una reunión a Talca. Llueve de una forma desproporcionada, abatían mantos de aguacero, lluvia cerrada, estaba lóbrego y al mismo tiempo esto lo enlutaba más, además casi de noche. Un esfuerzo para ver el camino. Empecé a preocuparme, sentí algo en la parte de atrás del auto. Era como si la lluvia escurría adentro del auto. Paro cerca de una tenue luz del camino, solamente para verificar si se me quedo un vidrio de la puerta trasera abierta. Nada. Sigo. Apresuro en esa noche. Momento como de cuento de miedo. Tétrica, mi imaginación se eleva. Recuerdo de mi niñez. Me asusto sólo. El auto tambalea por los posozotes de agua. Casi pierdo la dirección en el puente Tinguiririca. Casi sin enfoque por la espesa lluvia, un esfuerzo sobre humano para estancar la mirada en el camino. De nuevo los ruidos en la butaca trasera. Dar una ojeada por el vidrio retrovisor y mi visión se encontró con otros ojos. Un miramiento despojado de emoción, ojos sin excitación. Y, algo en mi garganta, conjeturo garras afiladas muy frías. ¿Quién aprieta con fuerza mi manzana de Adán?