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domingo, 16 de agosto de 2009

El mirón

Dar una ojeada con catalejo hacia la esquina. Observo caminar a una joven. La traspasa velozmente un transantiago. .Al ver detenido al bus. Observo a la joven, percibo el rictus de su rostro. Algo le preocupa, transpira angustia. Se encuentra a metros de la pisadera. ¿Qué le espera? Saca de su abrigo algo. Levanta la mano para alcanzar la manilla.
Ella impávida y yo embobado.
El bus se fue sin ella.

Al fin resulto

Avanzo a pasos agigantados son 9:57. Me encuentro a tres minutos que pase. Aterrizo en un paradero, sobre ese mogote agregado pegajoso, un horizonte, calle, diván. Al mirar con el rabillo del ojo en un ángulo cercano a 37º. Observo, distingo en la letanía, la efigie de lo que espero, veo sobre la llanura de la saliente plataforma viscosa de cemento.
¡No todo está perdido¡
¿De dónde vendrá?,
¿Qué pensarán los palafitos?
Total no importa.