Avanzo a pasos agigantados son 9:57. Me encuentro a tres minutos que pase. Aterrizo en un paradero, sobre ese mogote agregado pegajoso, un horizonte, calle, diván. Al mirar con el rabillo del ojo en un ángulo cercano a 37º. Observo, distingo en la letanía, la efigie de lo que espero, veo sobre la llanura de la saliente plataforma viscosa de cemento.
¡No todo está perdido¡
¿De dónde vendrá?,
¿Qué pensarán los palafitos?
Total no importa.