Mi cuerpo se estremeció
al ver a esa niña- mujer.
Mis torrentes sanguíneos
se congelaron
el tiempo quántico
trascurrió en lo necesario.
el impacto de su ser
despierta en mi conciencia,
trato de penetrar su mente,
horadando el fondo del universo
sin autorización,
al llegar al centro
descubro las trizaduras
de su placa de sustentación
de su fortaleza.
Es allí la transfiguración de la mujer a niña.
Al percibir su esencia,
su olor me trae al recuerdo
ese bello olor
a perfumen de rosas
que emite el objeto
Mas apreciado en mi hogar,
Según cuentan las tradiciones
Alguien de la familia
Compro un jarrón de la dinastía ming,
una hermosura en sus terminación
trabajadas por las manos de alfarero
que dieron estructura y pureza a su obra de arte,
ella, tenia en su ser
esa similitud del artesano
de la vieja cultura del oriente.
Por ello que mi rostro
quedo petrificado
buscando encontrar la imperfección,
mi mente tuvo que aceptar
que su esencia de niña
es la obra de arte
expuesta a la mirad del ojo avizor
del entendido en la estética
de reconocer la pureza de ella.
Así te conocí mi princesa,
desde ese día quise adueñarme
de tu presencia en mi cosmología
de mi conciencia.
Te hice mía, te profane en tu dulzura